
El clima cambia sin cesar en Bretaña, los tonos del color, la temperatura, la luz. Existe un murmullo constante entre el canal navegable y la tierra sembrada de trigo y manzanas, la fruta por excelencia en esta región. Ese rumor trata de algo más, trata de la vida que se vincula al mar y al océano, pero también de una Bretaña interior, de la antigua Armórica, “la tierra asomada al mar”, donde afloran lejanos mitos celtas y donde los druidas enseñaban las leyes y la moral.
Recorro lugares desde la ciudad de Rennes hacia el norte, con la ayuda de mi amigo Yvon, su familia y sus amigos. La región del canal d’Ille-et-Rance, Saint-Suliac, La Chienne, donde tienen una agradable casa del campo, hasta llegar al gran puerto de Saint-Malo, la puerta de entrada hacia el canal. St-Malo ha sido un lugar clave del comercio, la actividad económica y portuaria desde épocas muy remotas. La ciudad descubre su historia, sus elegantes casas, murallas y fuertes, los desastres de las guerras, lugar de corsarios y navegantes. Bretaña se anexa a Francia en 1532 y esto anuncia una época dorada del comercio, tejidos, lino y bacalao pasan a través de St-Malo hacia Francia.
Los canales de Bretaña surgieron del proyecto napoleónico, como defensa durante la guerra contra los ingleses. Pero ahora los campesinos de la Bretaña interior escriben otra historia. Puedo verlos pasar en sus nuevos tractores, conduciendo maquinarias climatizadas, con celulares y controles a la mano, desarrollando su trabajo de manera independiente y efectiva, imprimiendo en el paisaje una belleza fría y nítida. Los agricultores de esta región son los “nuevos vaqueros”. A su lado, los canales de agua recuerdan otros tiempos, el de los prisioneros de guerra destinados a los trabajos del canal, el de las épocas doradas del comercio y la navegación.
Las mareas del canal se retiran por momentos para regresar después y llenar los cauces. Las esclusas se abren y se cierran para dar paso a pequeñas embarcaciones. Es posible recorrer los canales completos y cruzar La Bretaña a pie o en bicicleta, desde La Manche hasta el océano Atlántico. El viaje comienza a aparecer como un espejismo. Hay fragmentos de mi experiencia personal que aun saldrán a la superficie, después de un tiempo. Porque las mareas vienen y van, porque escribir también es ver.
