
A los niños en Finistère les enseñan a no temerle al clima, éste cambia de manera extrema en unos cuantos minutos, así que deben acostumbrarse a vivir así. Puedes caminar bajo este viento feroz, no hay problema. ¿Quieren salir bajo la lluvia? Podríamos dar un paseo bajo el aguacero. El agua del mar es muy fría pero puedes entrar, no te pasará nada. T’es pas en sucre!
Los paisajes rocosos de los Abers, en la costa norte de Finistère, son imponentes. Justo aquí se delimita el Atlántico del Canal de la Mancha. Una barrera de rocas protege al estuario de l’Aber Wrac’h del fuerte oleaje del océano mientras la potencia del mar se escucha a la distancia. El colosal Phare de l’île Vierge, de 82 metros de altura, se alza sobre las islas como un mástil de piedra en la nave del fin de la tierra. Los últimos guardianes del faro viven y trabajan en la isla. Jean-Philippe Rocher y Guy Cajean son los últimos fareros de Francia. El 29 de octubre del 2010 bajarán por última vez de la gran torre, saldrán de la isla y no serán relevados. A partir de esa fecha, el faro será automatizado.
No hay nada que dure para siempre. En unos cuantos minutos todo puede cambiar y el clima se transformará bruscamente. Son momentos extraños en los que el cielo se agita y comienza a soplar un viento helado; de pronto el paisaje es otro. La tarde se transforma en una cúpula oscura y densa, el sol se oculta y las nubes se cierran sobre el horizonte. La lluvia no tarda en caer. Pero todo esto no tiene mucha importancia en Finistère, el viaje continuará de cualquier forma. T’es pas en sucre…
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